Jesús y la oración, 11:1-13  

Lc 11:11-13 “¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”.

Es enriquecedor comparar los pasajes paralelos de Mateo y Lucas pues se nota lo que enfatizaron y lo que dejaron a un lado; sus narraciones complementaron perfectamente la idea central.

Mateo 7:9 al 12
¿Qué hombre hay de vosotros,
que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?
¿O si le pide pescado, le dará una serpiente?
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos
¿cuánto más vuestro Padre
que está en los cielos
dará buenas cosas
a los que le pidan?


Lucas 11:10 al 13
¿Qué padre de vosotros,
si su hijo le pide pan, le dará una piedra?
¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente?
¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos
¿cuánto más vuestro Padre
celestial
dará el Espíritu Santo
a los que se lo pidan?

Vemos que “las buenas cosas” de Mateo en realidad se trataban de la tercera persona de la Trinidad en Lucas. El Espíritu Santo llenó las páginas de los dos libros escritos por el doctor Lucas: el evangelio y Hechos. Lucas añade “le dará un escorpión” para hacer énfasis que si los padres, por más malos o perversos que sean, cuidan, tratan de educar, alimentar con amor y eficiencia a sus hijos; ¡Cuánto más nuestro Padre Celestial! dará al Espíritu Santo y con él todas las cosas. En griego sonaba con rima: pan-piedra; pez-serpiente; huevo-escorpión. Este bonito poema se habría quedado bien memorizado en la mente de muchos para no olvidar que Dios es generoso y “que toda buena dádiva desciende de él” (Stg 1:17).

Nota doctrinal: Lucas termina este pasaje diciendo que el Espíritu Santo es una persona a quien podemos recibir. Una frase totalmente escatológica y pentecostal. Efectivamente, todo el que recibe a Jesucristo como su Salvador tiene que recibir al Espíritu Santo puesto que es quien origina el arrepentimiento y la regeneración, ya que nadie puede llamar Señor a Jesús, si no es por el Espíritu (1 Co 12:3). El Espíritu Santo opera varias obras en el hombre: redarguye, convence, hace nacer de nuevo, santifica, llena, bautiza, y da dones. Lucas presenta en Hechos el bautismo en el Espíritu Santo con lenguas de fuego, con la glosolalia característica del Pentecostés. A eso se refiere, pedir “la llenura completa del Pentecostés”, pedir que sea uno investido con un bautismo con las lenguas como señal.