Los que en verdad son bienaventurados, 11:27,28  

Lc 11:27-28 “Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan”.

Esta expresión pareciera ser una nota aparte, una digresión. Lucas continua con su postura de que el Señor era inclusivo con las féminas en su ministerio, por eso escribe: “una mujer”. Si bien, algunos buscaban tentarle y otros atacarle, había también buenas personas que deseaban escucharle y mirarle. Con un estilo muy oriental surgió esta anónima dama bendiciendo a la madre de Jesús. Es tan coloquial y espontánea la frase que seguramente habría roto la tensión del momento con su sorprendente afirmación. Bien podemos pensar que era una madre elogiando a otra madre. Pero Jesús antepone como mayor virtud la disposición para oír la Palabra y obedecerla.

Desde luego, el Señor amaba a su madre y con seguridad la habría puesto de ejemplo, como buen hijo que era, pero nada más.