La lámpara del cuerpo, 11:33-36  

Lc 11:33 “Nadie pone en oculto la luz encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz”.

Esta parábola revela lo que ilumina a cada hombre en su interior. Solo una persona falta de juicio pondría “una lámpara y la tapa con una vasija boca abajo”. Lo normal es que se enciende una antorcha y se ponga en un porta-antorcha y así, los que entran a la casa son alumbrados. Los escribas y fariseos no hacían lo correcto con la luz, impedían y estorbaban la enseñanza de Jesús hacia la gente, oscurecían los corazones y criticaban al Maestro. Una actitud que otros grupos e intérpretes repetirían en la historia de la iglesia.