La famosa reina de Sabá y los habitantes de Nínive, “se levantarán”, es decir, sus testimonios serán en condenación para la generación que escucho a Jesús. Aquellos, escucharon y reconocieron a Dios, en cambio estos, tenían los ojos cerrados y los oídos tapados por lo que ignoraban a Cristo, el Hijo de Dios.
Jesús se compara a Salomón y a Jonás, poniéndose en lugar superior, pues son inferiores a la majestad del Señor. Además, ellos no tuvieron el privilegio de ver y oír lo que en ese momento el pueblo escuchaba y miraba: “porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron” (Lc 10:24). Qué triste final espera a los judíos de aquellos tiempos por no recibir al más alto, y más destacado de todos los profetas juntos.