Quizá el padre de familia a quien se le ha pedido ayuda no la brinde por la amistad, por el parentesco, por la amabilidad; ayudará simplemente porque se lo piden, porque es una petición justa y de emergencia, de un conocido. “Su importunidad”, se puede traducir también por “su desvergüenza”, es decir, el que pedía sabía en todo momento que era mala hora y era inoportuno, pero conocía también la bondad de su vecino, pues le conocía y no le dejaría en mal. Es una especie de cinismo santo pues muestra, al unirse al padre nuestro, que debemos pedir con atrevimiento y confianza de recibir. Dios nos dará lo que necesitamos y lo hará con amor.