Jesús y la oración, 11:1-13  

Lc 11:5-6 “Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos?".

Jesús utiliza esta ilustración para aclarar a sus discípulos el tema de la oración. La parábola fue tomada de una experiencia muy común en aquellos tiempos y lugares. La gente viajaba a pie por los caminos accidentados, así que, si un viajero tenía algún conocido en su derrotero buscaba alojarse en su casa. Para el conocido, recibir a un viajero no sólo era un deber sino un verdadero honor. En el Antiguo Testamento leemos que Abraham recibió los tres peregrinos (Gn 18) y luego Lot hospedó a dos de esos viajeros (Gn 19).

El hombre de la parábola no tenía nada que ponerle en la mesa, la alternativa era ir con algún vecino. No importaba la hora puesto que el vecino, al igual que el hombre que recibía la inesperada visita, tenía el deber y el honor de apoyar a su vecino en dilema. La alusión “a media noche” no es para señalar una hora determinada, sino la hora inoportuna, un momento cuando todos estaban profundamente dormidos, en especial en una época donde la gente se acostaba mucho más temprano que ahora. Los orientales dormían de modos diferentes a los occidentales, especialmente en la época de Jesús. Las posiciones al dormir correspondían por rango, de los hijos menores a los mayores todos juntos, y quizá el padre de familia estaba en una posición física que le impedía el movimiento de levantarse sin despertar a los niños. Estaba atrapado en una situación entre la amistad y la familia, pero en realidad el deber se habría de imponer. La pregunta la contesta el mismo Señor, en el verso siguiente.