Los maestros de la ley cuidaban mucho su honor, con vanidad, pero Jesús cuida de que la honra y la gloria sea dada a Dios, y acto seguido le responde con exactitud escritural.
Los tres evangelios repiten esta frase de los mandamientos en diferente orden. Marcos repite el octavo mandamiento “no hurtes y no defraudes”. Mateo agrega al final “amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Jesús tiene un propósito especial, llevar a este hombre de lo conocido, de lo que hacía con fervor, a lo que le era difícil realizar.