Aquel hombre amaba mucho sus riquezas, no fue suficiente la forma amorosa con la que Cristo le había respondido, la alegría que había sentido cuando le preguntó a Jesucristo, el postrarse y decirle maestro bueno, enfrente de todos los que le escucharon, sabiendo que era uno de los principales del pueblo, se esfumó muy rápido.