Desde el punto de vista de este pasaje profético de Lucas, la ciudad de Jerusalén juega un papel crucial en la narrativa general del libro. No se menciona nada de estos detalles en los pasajes paralelos de Mateo y Marcos. En la sección central de Lucas ya se ha demostrado que el destino final de Jesús era esta ciudad, luego se observa a Jesús y sus discípulos frente a Jerusalén momentos antes de hacer su entrada triunfal y el Señor llorando sobre ella porque no conoció el día de su visitación. Ahora, Jesús profetiza su destrucción de manera trágica.
Por la manera dramática y terrorífica como Jesús predice esta destrucción, es posible reconocer dos etapas en el cumplimiento de la misma. La primera se refiere a los eventos que ocurren en el año 70 d.C. cuando el general Tito toma la ciudad y destruye el templo. La segunda etapa, ocurrirá en el futuro distante y se describe en lenguaje apocalíptico. En la profecía, a este fenómeno se le conoce como profecía de “doble referencia o doble cumplimiento”, es decir, uno cercano y otro lejano.
Todo lo que le ocurrirá a la ciudad de Jerusalén en aquellos días de juicio será como “retribución” a sus hechos pecaminosos, pero sobre todo por rechazar a su verdadero Mesías. Aquellos días de calamidad y de destrucción no será otra cosa sino el cumplimiento de “todas las cosas que están escritas.” Los profetas Oseas (9:7) y Daniel (9:26,27) ya habían anunciado la llegada de aquellos días de castigo.
Al ser sitiada la ciudad de Jerusalén, Jesús exhorta a los discípulos para huir de la misma y los que estuvieran en los campos los conmina a no entrar en la ciudad. Los creyentes que obedecieron estas indicaciones del Señor Jesús en el año 70 d.C. se salvaron. Los judíos que esperaban que ocurriera un milagro de parte de Dios, perecieron. La historia dice que el general romano Tito ordenó que se retiraran sus tropas por un corto tiempo lo cual aprovecharon los cristianos para escapar y refugiarse en un lugar llamado Petra.
Los efectos devastadores de este terrible juicio sobre los habitantes de Jerusalén se describen también con palabras trágicas. Jesús anuncia que muchos “caerán a filo de espada” y otros tantos más serían “llevados cautivos a todas las naciones.” Según el historiador judío, Josefo, la cantidad de muertos sobrepasó los cien mil y los que sobrevivieron fueron llevados cautivos para trabajar en las minas egipcias y a otras partes del imperio romano.
El versículo 24 contiene una profecía que todavía está en curso hasta nuestros días. La ciudad de Jerusalén, afirma el Señor en cuyas manos están los tiempos y las sazones, “será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.” Lo que el Señor quiere dar a entender con estas palabras es que la ciudad santa será hollada, es decir, pisoteada por los gentiles a través de un control o dominio sobra la ciudad. Este estado o situación de cosas terminará hasta que se cumplan “los tiempos de los gentiles”, es decir, el tiempo del dominio gentil sobre Jerusalén. Esta parte de la profecía sigue en curso hasta el día de hoy porque los judíos aun no tienen posesión completa de la ciudad santa. Ellos aún no ocupan el área donde alguna vez fue levantado el majestuoso templo de Herodes el Grande.
Nota aclaratoria: Algunos exégetas interpretan que la expresión “el tiempo de los gentiles” se refiere al periodo de oportunidad para la salvación de las naciones gentiles basándose en la palabra griega para “tiempos” (Gr. Kairós) que puede significar también “ocasiones” o “los tiempos oportunos”. Pero en este caso el contexto inmediato juega un papel determinante porque el pasaje está hablando de juicio sobre la ciudad de Jerusalén.