La sepultura de Jesús, Lc 23:50-56  

Lc 23:50-56 “Había un varón llamado José, de Arimatea, ciudad de Judea, el cual era miembro del concilio, varón bueno y justo. Este, que también esperaba el reino de Dios, y no había consentido en el acuerdo ni en los hechos de ellos, fue a Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. Y quitándolo, lo envolvió en una sábana, y lo puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie.
Era día de la preparación, y estaba para comenzar el día de reposo. Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo. Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento.””

El profeta Isaías había dicho setecientos años antes de la venida de Cristo, que en cuanto al Siervo de Jehová “se dispuso con los impíos su sepultura mas con los ricos fue en su muerte” (Is. 53:9). Los Cuatro Evangelios narran el cumplimiento de esta profecía al describir el valioso papel de José de Arimatea para dar sepultura al cuerpo de Jesús. José fue uno de los dos discípulos que sepultaron al Señor, el otro fue Nicodemo (ver en Juan 3:1, 4, 9; 7:50; 19:39). Ninguno de los once discípulos de Jesús tomó parte en su sepultura porque todo lo habían abandonado.

José de Arimatea reunía, según Lucas, las cualidades necesarias para ser el encargado de la sepultura de Jesús. Presenta a José como un “varón justo y bueno” y él era también un judío piadoso como Simeón y Ana “que también esperaba el reino de Dios.” Aunque este discípulo secreto de Jesús era miembro oficial del Sanedrín, no obstante, Lucas aclara que él no estuvo de acuerdo con las decisiones que ellos tomaron en contra de Jesús.

José de Arimatea tomó el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana de lino (lo cual indica que era rico, Mateo 27:57) y lo puso “en un sepulcro abierto en una peña” lo que significa que había sido cortado en una roca y “en el cual no se había puesto a nadie” lo que a su vez implica que el sepulcro era nuevo.

En los versículos 54-56 Lucas tiene cuidado de presentar las acciones de las mujeres que presenciaron los eventos de la muerte y sepultura de Jesús hasta el final. Esto se puede notar al decir Lucas que ellas no ungieron el cuerpo de Jesús con las especias que prepararon sino hasta una vez pasado el día de reposo, esto, aun cuando la tradición judía permitía la atención a un muerto en el día sábado. De esta forma, Lucas está argumentando que tanto Jesús y sus discípulos obedecían las leyes judías y que el cristianismo no significaba un peligro para los líderes judíos ni para el imperio romano.