En el camino a Emaús, Lc 24:13-35 (Mr 16:12,13)  

Lc 24:18-24 “Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús Nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron”.

Los siguientes versículos describen lo acontecido en Jerusalén desde la perspectiva de estos discípulos. Para Lucas, como escritor inspirado, constituye una afirmación acerca de la persona y obra Cristo que es de mucho significado y valor para nuestra percepción de Jesús como para Lucas mismo. El versículo 19 hace una presentación de la persona y obra de Jesús, él “fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo”. Ya desde los primeros capítulos (4:24) Jesús se había identificado con los profetas y en general en la narrativa de Lucas, es considerado como un profeta (7:16). La resurrección, sin embargo, demostró que era mucho más que eso.

La obra de Jesús en su ministerio terrenal se resume al decir de él que fue “poderoso en obra y palabra”. Lucas ya había esccrito que el Señor Jesús realizó su ministerio “en el poder del Espíritu” (4:14; cp. Hechos 10:38). La importancia de la afirmación de los dos discípulos dada en este versículo 19 forma parte integral de la teología y propósito de Lucas.

Los responsables de la muerte de Jesús fueron “los principales sacerdotes y nuestros gobernantes” afirman los discípulos; quienes, a su vez se identifican con el pueblo que se mostraba favorable a Jesús en la narrativa de Lucas. Contrario a la actitud de los gobernantes, estos discípulos creían que Jesús era el que había de redimir a Israel. La expresión “pero nosotros” (v. 21) marca un fuerte contraste entre los gobernantes y ellos. Ellos “esperaban”, no necesariamente “confiaban” que Jesús traería liberación. Es claramente notable la incapacidad de ellos en reconocer quién era realmente la persona con quien hablaban y para aceptar como verdadera la noticia de la tumba vacía por parte de las mujeres. Debido al versículo 46 y las predicciones de la pasión, la expresión: “tercer día”, en este contexto tiene un significado especial para los lectores de Lucas. Para estos caminantes lo que parecía ser una esperanza realizada, se había convertido en una esperanza extinguida.

Los versículos 22-24 son una síntesis de lo que ya se ha narrado en los versículos 1-12 de este mismo capítulo. Lo que no habían aceptado estos dos discípulos y otros más, incluyendo a los apóstoles, era el informe de las mujeres acerca de la tumba vacía. Para ellos la tumba vacía sin la aparición o manifestación física de Jesús no era del todo suficiente para aceptar el testimonio de las mujeres. En la expresión “a él no le vieron” el pronombre “él” en la oración está colocado al principio para hacer énfasis y confirmar de esta manera la incertidumbre de esos discípulos.