Jesús se aparece a los discípulos, Lc 24:36-49 (Mt 28:16-20; Mr 16:14-18; Jn 20:19-23)  

Lc 24:45-49 “Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; Y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas. He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”.

Los versículos 44-49 registran algunas aclar aciones e instrucciones que Jesús da a sus discípulos antes de su ascensión de nuevo a la gloria, aclarándoles que: “Estas son las palabras que os hablé, estando aun con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí, en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos”. El Señor les recuerda que los eventos ocurridos en aquellos días turbulentos no eran nada nuevo, sino que él ya se los había anunciado al explicarles que todo lo que se había escrito de él en las Escrituras tenía que cumplirse.

Nota doctrinal: el Señor menciona la categorización que se hacía de las escrituras del Antiguo Testamento: la ley de Moisés, los profetas y los salmos. Los llamados libros históricos quedan parte en la ley y parte en los profetas.

La expresión de Jesús: “estando aun con vosotros” hace una distinción entre los días del ministerio terrenal de Jesús y el tiempo que disfrutarían con él, después de la resurrección y hasta su ascensión.

Los versículos 31 y 45 de este capítulo tienen algunas semejanzas. En el versículo 31, los ojos de los dos discípulos camino a Emaús “fueron abiertos” y reconocieron al Señor Jesús. En el versículo 45 el Señor Jesús “abrió el entendimiento” de ellos “para que comprendiesen las Escrituras” que hablaban acerca de él.

El propósito de los padecimientos y posterior resurrección del Cristo era con el fin de proclamar “en su nombre el arrepentimiento y perdón de pecados en todas las naciones”. La proclamación del arrepentimiento y perdón de pecados a los gentiles ya se había anunciado en el Antiguo Testamento en Isaías 42:6; 49:6; 60:3 entre otros pasajes, y Pablo lo confirma en Hechos 26:23. El cumplimiento de esta predicación comenzó en Hechos 2:38: “Arrepentíos…para perdón de los pecados…”. Los gentiles escucharon este mensaje en Hechos 10:43 por parte de Pedro quien predicó en casa de Cornelio, y de Pablo en 17:30 que lo hizo delante de los atenienses.

Para el cumplimiento de la proclamación del evangelio el Señor les anuncia que enviará “la promesa de mi Padre”, y de esta manera serían “investidos de poder desde lo alto”. Lo que el Padre prometió era el Espíritu Santo (Hch 1:4,5; 2:16,17) que les daría poder para llevar a cabo la tarea (Hch 1:8). Este poder de lo alto ya se había manifestado en la narrativa de Lucas cuando el Hijo de Dios fue concebido en María, al hacerle sombra el poder del Altísimo.