Esta fue la característica principal del ministerio de Jesús, la demostración con poder, señales y prodigios en su labor, como la narra Mt 12:28. En cualquier ámbito donde se moviera Jesús, siempre estuvo acompañado por el Espíritu Santo, la segunda persona de la trinidad.
También cuando se enfrentaba a sus opositores de los diferentes partidos políticos y religiosos de su tiempo, Jesús siempre tuvo la palabra de ciencia exacta para poner en su lugar a aquellos que le siguieron y lo persiguieron en sus tres años de ministerio.
El Jesús bíblico fue honesto, dependiente del Padre y guiado siempre por el Espíritu Santo, cien por ciento hombre y cien por ciento Dios, confrontante, duro con los hipócritas, amoroso con los necesitados, empático con los pobres y con un alto sentido de responsabilidad espiritual y social para enfrentar a la casta religiosa en el poder y sus aliados políticos.