En esta narrativa Lucana, el autor incluye la remembranza de dos hechos históricos importantes que tienen que ver con dos grandes profetas reconocidos por todos: Elías y Eliseo con sendos milagros de poder y de gloria. Es en este momento precisamente cuando Jesús empieza a tender el puente hermenéutico y de misericordia hacia los gentiles, personas no gratas a los ojos de los judíos e impresentables para cualquiera de ellos. La viuda de Sarepta de Sidón, un lugar corrupto e idólatra y el general Naamán, del poderoso ejército Sirio, el mismo pidió permiso para doblar rodilla junto al rey en el templo de Rimón. Pues bien, Jesús frente a frente, les dice que Dios se ha interesado y se sigue interesando por personas de la peor calaña para extender hacia ellos su brazo de misericordia, de gracia y de salvación.