La respuesta no se hizo esperar, se levantaron en contra de él, queriendo despeñarle, pero como después lo dijo Jesús en Lucas 13:33: “…no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén…”.
Este era uno de los castigos capital utilizados por los romanos. El primero que sufrió Jesús y fue por parte de sus paisanos. Lo glorioso es que Dios le guardó ya estando en el despeñadero se confundieron o fueron cegados no lo puedo asegurar, lo que dice la escritura “…pasó en medio de ellos y se fue.” No cabe la menor duda que la mano poderosa de Dios le guardó como a la niña de sus ojos.