Llamamiento de Leví, 5:27-32 (Mt 9:9-13; Mr 2:13-17)  

Lc 5:27-28 “Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y dejándolo todo, se levantó y le siguió”. 

El Señor continúa su ministerio por toda la comarca del lago de Genesaret o también llamado de Tiberias en honor a Tiberio Cesar. Después de atender a las multitudes reunidas a la orilla del mar en Capernaum, una ciudad fronteriza e importante centro aduanero, vio a un cobrador de impuestos llamado Leví entre los judíos que a su vez es el mismo Mateo, su nombre griego.

Los publicanos eran funcionarios de la administración pública romana, en su caso este cobrador de impuestos dependía de Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y Perea quien les otorgaba el derecho de cobrar los impuestos de los ciudadanos, comerciantes y productores para asegurar el pago al estado y su respectiva ganancia para ellos.

A pesar de su elevada posición económica, los publicanos sufrían al desprecio de los judíos y fariseos quienes los veían como traidores y antinacionalistas; además estaban excluidos de las sinagogas. La invitación de Jesús para que lo siguiera fue un gran honor, ya que seguramente lo había observado en Capernaum predicando, enseñando y ministrando con poder a todas las necesidades entre sus miles de seguidores y deseaba que ese reino incluyente fuese también para él; ésta fue la razón por la que Leví, dejándolo todo, se levantó y le siguió.