Los mensajeros de Juan el Bautista, Lc 7: 18-35 (Mt 11:2-19)  

Lc 7:18-19 “Los discípulos de Juan le dieron las nuevas de todas estas cosas. Y llamó Juan a dos de sus discípulos, 19 y los envió a Jesús, para preguntarle: ¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro?”. 

¿Qué siente un hombre estando en una cárcel con una sentencia de muerte que se cierne sobre él? Además de ello, quizá el Bautista estaba un poco consternado, pues veía que Jesús sanaba con amor a todos y, ¿cuál había sido la profecía que él mismo había dado acerca de Jesús?: “Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará” (Mt 3:12). La depresión no es ajena a los grandes siervos de Dios. Elías, después de cumplir una gran misión haciendo descender fuego del cielo huyó de Jezabel y, deprimido, se escondió en una cueva (1 R. 19:3). Después de recibir el informe de sus discípulos que habían estado entre la multitud de Capernaum y de Naín, llama a dos de su confianza y le envía con una pregunta casi cifrada para solventar todo lo que abatía su corazón: “¿eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro?”. (Ver nota en Mr 11:2,3)

Una manera cruda de entender la pregunta sería: ¿eres tú el Mesías o no?, Juan tenía la misma duda de muchos, el Cristo debería traer libertad, interpretada por los judíos oprimidos como la expulsión del poder romano, entonces, ¿por qué en lugar de armar un ejército, Jesús está sanando a propios y extraños?, ¿por qué, entre los que escuchan, hay múltiples incircuncisos? Triste es la segunda parte de la cuestión “¿…o esperaremos a otro?”. Juan había visto al Espíritu Santo descender como paloma, ¿cómo es posible que pregunte si vendría otro? Se nota total decepción en Juan, Jesús no estaba haciendo lo que se supone que debería hacer un libertador anunciado; de hecho, el mismo Juan estaba todavía encarcelado, ¿y su libertad?