Jesús en el hogar de Simón el fariseo, Lc 7:36-50  

Lc 7:49-50 “Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? 50 Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz". 

Se puede apreciar que la mujer permanecía a la expectativa oyendo lo que se decía de ella y de Jesús. Sin saber qué hacer permanece en silencio, como desde el momento que entró.

La expresión “tu fe te ha salvado” es eternamente reconfortante, sea lo que uno sea, pobre o rico, noble o plebeyo, amo o esclavo, hombre o mujer, escuchar de parte del Señor de señores: “eres salvo” es la expresión más sublime que un pecador podrá oír jamás.

Jesús le da la paz a esta mujer, puesto que entre Dios y ella ya no había cuentas por saldar. La paz es una característica de los hijos del reino.

Nota Doctrinal: La afirmación es más sorprendente que la acción de hablarle a la dama: “tus pecados te son perdonados”. A partir de ese momento, Jesús tenía aún más enemigos. Si seguimos llamando al pecado de otro modo la humanidad se hundirá más en la oscuridad. El decir que es una “enfermedad”, un “error”, o “así nací”, no permitirá al ser humano alcanzar la paz que debe tener. Acupunturistas, psicólogos, filósofos, animadores podrán tratar de ayudar a la gente a solucionar su “problema”; pero, si reconocemos que lo que tenemos es pecado, entonces alcanzaremos misericordia, perdón y completa paz.