La transfiguración, Lc 9:28-36 (Mt 17:1-8; Mr 9:2-8)  

Lc 9:34-35 “Mientras él decía esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube. 35Y vino una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; a él oíd”.  

La nube está asociada a Dios. Del gr. Nefelé, la nube por excelencia, nos muestra lo alto e inalcanzable para los hombres (Job. 20:6), que es el lugar de Dios (Dn. 7:13). 2 Cr 5:13, muestra un parecido enorme con este de Lucas. Todos entendieron que el mismísimo Padre Celestial estaba reuniéndose con los tres grandes de abajo. La nube no cubrió a los apóstoles puesto que ellos tuvieron temor de entrar en ella. La voz vino desde la nube, se usa la preposición griega “ek” que significa “de dentro hacia fuera”; es decir, la voz vino desde dentro de la nube, en lo profundo de ella. La expresión no puede ser más preciosa: “este es el Hijo mío, el amado; a él escuchad”

Nota doctrinal: El mensaje es Cristo-céntrico, él debe ser quien hable a través de sus palabras en la Biblia, sus acciones, sus milagros, sus enseñanzas, debemos oírle a él, solo a él. No a Moisés, con todo lo que representa; no a Elías, sólo a Jesús.