Jesús ya había dicho que se guardaran de la levadura de los fariseos y de Herodes (8:15), ahora les invitaba a guardarse de los Escribas, quienes eran los intérpretes de la Ley. Un oficio que tuvo un buen exponente en el gran Esdras que se considera el recopilador de todos los escritos del Antiguo Testamento, al grado de que su libro era el último en el Canon judío (Esdras 7:6-10). Los Escribas en la época de Jesús habían caído en una serie de prácticas que el Señor está denunciando. Para principiar gustaban de andar con “ropas largas” es decir vestiduras ostentosas que les hiciera notables, al estilo de reyes y sacerdotes. “y aman las salutaciones en las plazas,” eran prácticas místicas, saludos pomposos.
Una tercera negativa actitud, “y las primeras sillas en las sinagogas,” les gustaba ser los primeros a la hora de reunirse, para disertar o que se observara su piedad. Una cuarta actitud, “y los primeros asientos en las cenas,” en el tiempo neotestamentario, se acostumbraba que los primeros asientos los tuvieran los invitados principales en los convites (Lucas 22:24).