El arca de la ofrenda, era una arquilla de madera que estaba asegurada y que era utilizada para depositar las ofrendas; se encontraba, en el atrio de las mujeres, pues era donde se localizaban las arcas de la tesorería. Era uno de los lugares más visitados para orar y dar las limosnas. Ahí, seguramente sentado en alguna escalinata, Jesús miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca, y observar de manera minuciosa, la actitud con la que el pueblo se acercaba a ofrendar. Y se dio cuenta que “muchos ricos echaban mucho,” pero con una actitud incorrecta.
Y una viuda pobre echó todo lo que tenía: dos blancas, monedas pequeñas de la época, de poco valor. Jesús la elogió como vemos adelante.