Jesús es sentenciado a muerte, Marcos 15:6-20 (Mt 27:15-31; Lc 23:13-25; Jn 18:38-19:16) 

Mr 15:16-20 “Entonces los soldados le llevaron dentro del atrio, esto es, al pretorio, y convocaron a toda la compañía. 17 Y le vistieron de púrpura, y poniéndole una corona tejida de espinas, 18 comenzaron luego a saludarle: !!Salve, Rey de los judíos! 19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, y le escupían, y puestos de rodillas le hacían reverencias. 20 Después de haberle escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le pusieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle." 

Sin saberlo, Pilato hizo historia. Aquel día Jesús fue humillado y golpeado delante de toda la compañía. Matthew Henry, comentarista bíblico, calcula que eran entre 600 a 1,000 soldados romanos quienes estuvieron presentes para humillar a Jesús. El Rey David había profetizado lo que sucedió en el pretorio, muchos años antes (Salmo 22:16-18). Lo vistieron con un manto color púrpura para humillarlo, color que solo usaban los ricos y gente importante a quien se les rendía exaltación; por eso luego comenzaron a saludarle e injuriarle con el título de “Rey de los judíos”.

Además del manto color púrpura, también le colocaron una corona de espinas improvisada, que según el comentario hecho por Craing S. Keener, imitaba las guirnaldas usadas por los gobernadores de aquellos tiempos.3 De cualquier forma, Jesús debió haber sangrado mucho por los golpes que los soldados romanos le daban con una caña (vv.19). Las humillaciones recibidas por el Señor no fueron pocas, antes de quitarle el manto le escupieron, y de rodillas hacían reverencia para mofarse del título dado, “Rey de los judíos”, luego lo desnudaron para devolverle sus vestidos y finalmente lo sacaron para crucificarlo. Mateo agregó que los judíos se habían hecho responsables de su muerte (Mt 27:25) mientas que Pilato solo se limitó a lavarse las manos para deslindarse, que hasta donde él creía, no era su culpa (Mt 27:24). Los azotes que Jesús recibió, el escarnio y las humillaciones empezaron a marcar poco a poco el cumplimiento de las palabras del profeta Isaías como se ve a continuación.

1. Cristo fue rechazado (Is 53:3) por los hombres, para que nosotros fuesemos aceptados por gracia de Dios.
2. Cristo guardó silencio (Is 53:7) y no se defendió, porque se entregó a sí mismo para salvarnos a nosotros.
3. Cristo fue encarcelado (Is 53:8) de tal manera que ahora nosotros podemos gozar de libertad.

El sufrimiento de un hombre fue motivo de burlas para los romanos y festejo para los líderes religiosos. Pedro había negado a Jesús (Jn 18:25-27), los demás discípulos habían salido corriendo y la multitud que había recibido antes a Jesús con alabanzas, ahora lo abandonaba a la cruz. “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos” (Is 53:3).

3 Craing S. Keener, Comentario del Contexto Cultural de la Biblia Nuevo Testamento, Editorial Mundo Hispano, Pág. 176.