Mr 15:33-35 “Cuando vino la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 34 Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?35 Y algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: Mirad, llama a Elías” 

En la hora sexta (a medio día, cuando el sol está en su cenit) la ciudad de Jerusalén experimentó un evento transcendente, milagroso y dramático ante los ojos de los espectadores. Hubo tinieblas sobre toda la tierra, y Lucas agrega que fue a causa del sol que se oscureció (Lc 23:45) dejando a la región sumergida en las sombras hasta la hora novena. Algunos escritores comentan que no se ve la posibilidad de que haya sido un eclipse, y que el sol se oscureciera a pleno mediodía, era una señal para los judíos de juicio y preocupación. Sin embargo, a pesar de estos hechos insólitos no se humillaron y continuaron injuriando al maestro.

“Y a la hora novena Jesús clamó a gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabactani? que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? El clamor de Jesús es evidente ante una muerte terrible. Esta fue la primera palabra de angustia durante las tinieblas, prácticamente citó el «Salmo 22:1» en arameo. Marcos lo tradujo, para que los gentiles no lo confundieran con el nombre de “Elías”. Mateo también describió este momento de angustia (Mt 27:46-47). Muchos escritores coinciden que fue un “grito de angustia y desolación”. De angustia por el horror del sufrimiento causado por las heridas y las consecuencias de los golpes recibidos, además de la pérdida de sangre, el cansancio y lo tortuoso por la posición de su cuerpo. Todo su cuerpo fue una “llaga”. Sus extremidades clavadas, su cráneo perforado por espinas, su rostro desfigurado y con una dificultad cada vez más grande para respirar.

Nota doctrinal: El Salmo 22 es una muestra perfecta de los salmos mesiánicos,(que es impactante leerlos) es decir salmos proféticos que se cumplieron paso a paso en Jesús el Mesías. Es maravilloso como el Espíritu Santo reveló a David y a otros salmistas lo que ocurriría mil años después. Al experimentar la ausencia del Padre y la cercanía de la muerte, Jesús cita literalmente el Salmo 22:1 “ Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado” )