Jesús responde refiriéndose a sí mismo como el esposo y a los discípulos como los convidados a las bodas. La presencia de Cristo entre los suyos es más bien motivo de regocijo y de plenitud, en ese momento no tenían razones para ayunar; sin embargo, él profetiza su partida y la necesidad que sus seguidores tendrán de ayunar cuando físicamente ya no esté entre ellos.