Mr 2:23-24 “Aconteció que al pasar él por los sembrados un día de reposo, sus discípulos, andando, comenzaron a arrancar espigas. Entonces los fariseos le dijeron: Mira, ¿por qué hacen en el día de reposo lo que no es lícito?”. 

Es un hecho, Jesús tiene una serie de desencuentros con los líderes religiosos y éstos se mantienen informados de todas las actividades del Maestro de Nazaret. Cualquier aparente error será considerado una oportunidad para confrontarlo y desprestigiarlo. Pero, ¿quién cometió la “falla”? Los discípulos cometieron el “agravio” pero es a Jesús a quien los fariseos acusan. Tal es la realidad de los seguidores de Jesús; cada una de nuestras acciones es observada con escrutinio y a la menor señal, más que a dicho seguidor, es a su Maestro, a Cristo a quien se ataca. Razón de más para cuidar nuestras vidas en fiel testimonio para que Su nombre no sea expuesto por nuestros errores.

Pero, ¿en qué consiste el “error” de los discípulos? No en arrancar las espigas, ni mucho menos en restregarlas con sus manos soplar la paja y comerlas, ¡no! Su pecado, para los fariseos, era hacer todo esto en sábado. La gran discusión incluso, no se centra en la Ley o Torah, sino en la interpretación de la misma, pues la Ley incluso permite la actividad de los discípulos (Dt 23:25), pero la interpretación de “hacer comida” en sábado es la que está en la controversia y para ésta son las reglas de interpretación hechas por los fariseos las que se tienen que discutir.