Las reglas como la del uso del pan sagrado y la del día de reposo, tienen el propósito de bendecir al hombre. En el caso del pan sagrado y todo lo del uso del templo, para recordarle la necesidad de consagrarse y santificarse; pero si esta norma (que por cierto cumplen David y sus jóvenes por “no haber tocado mujer en días” según la solicitud del sacerdote), impide cuidar y bendecir al hombre, entonces la razón principal de su existencia deja de cumplirse. Por eso el sacerdote proveyó a David del pan de la proposición; y por eso Jesús permite y alienta a sus discípulos a comer las espigas, pues el propósito del sábado es promover el reposo y la comunión del hombre con Dios, no matarlo de hambre.
La conclusión de esta enseñanza es: basado en el argumento bíblico correctamente interpretado, y basado en la razón original por la cual fue creada esta norma, Jesús demuestra su autoridad en la interpretación del punto de controversia y se levanta como la máxima autoridad en la aplicación de dicha Ley.