La liberación del hombre que tenía el espíritu inmundo causó gran impacto en la multitud que había acudido: verlo sentado era señal de tranquilidad y serenidad en el hombre liberado. Además de eso, estaba vestido, lo que nos habla de una cobertura física y espiritual, antes andaba desnudo ante el ataque del espíritu maligno. Por si fuera poco, el hecho de que estuviese en su juicio cabal indica que tuvieron alguna interacción con él que les permitió llegar a dicha conclusión. Tenía la capacidad de razonar y tomar decisiones propias.
Hasta aquí la historia es muy parecida a las de todas las maravillas que Jesús hizo durante su ministerio, pero se rompe la norma cuando las personas, en lugar de asombrarse (Mr 7:37), adorar (Mt 15:31) y llevar más enfermos (Mr 6:53-56) tuvieron miedo y le pidieron que se alejara de ellos.
La multitud pudo comprobar lo real que era el poder del Hijo de Dios que estaba ahora entre ellos. Pudieron experimentar de primera mano la capacidad de transformar y liberar al ser humano. Y aún así sucede lo sorprendente:
Lucas explica que Entonces toda la multitud de la región alrededor de los gadarenos le rogó que se marchase de ellos; porque tenían gran temor (Lc 8:37). Se unieron para pedirle a Jesús que se fuera de su región. La considerable pérdida económica que implicó el ahogamiento de aquellos dos mil animales fue para ellos más importante que la libertad que había ganado su prójimo y que ahora estaba disponible para ellos también.
Para meditar: Aquellos que no tienen a Jesús como Señor y Salvador de sus vidas, prefieren los bienes materiales temporales que la seguridad de la vida eterna que Jesús ofrece. Son dominados por todo tipo de espíritus inmundos que infunden temor y zozobra.