La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús, Mr 5:21-43 (Mt 9.18-26; Lc 8.40-56) 

Mr 5:31-32 “Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?. Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto”.

Sus discípulos tuvieron una reacción lógica a la pregunta que Jesús acababa de hacer a la multitud, pero él sabía muy bien a lo que se refería. Ellos sólo veían un grupo de hombres y mujeres que no les permitían avanzar hacia su destino, ¿cómo prestar atención a un simple acto de una persona que le tocó con fe? Eran muchos los que le seguían, sin embargo, sólo una se atrevió a hacer lo inimaginable buscando sentir el toque divino en su cuerpo y recibir sanidad de su enfermedad.

Para meditar: Jesús dio un giro sobre aquella multitud; él examina muy bien lo que hay en nuestros corazones afligidos, y su mirada profunda conoce de ante mano quién tiene una necesidad urgente. La mirada de Jesús es tan penetrante que nos lleva a reconocer la necesidad que llevamos en lo profundo del corazón; lo que nadie más nos puede ayudar a suplir, solamente él. ¿Qué motivó a Jesús a realizar este escrutinio? Él deseaba que la persona bendecida diera testimonio a toda esa multitud del poder de Dios que le había sanado.