La niña, que hasta hace algunos momentos todo mundo consideraba un cadáver, se levantó con vida; y no sólo eso sino que caminó. Es lógico pensar que este acontecimiento extraordinario asustara a los testigos. Sin embargo, también es lógico pensar que, en contraste con ellos, Jesús estaba tranquilo pues sabía de antemano lo que ocurriría. Él siempre tiene el control de toda situación.