Jesús se volvió célebre; se dio a conocer de una manera favorable por su enseñanza, y por sus actos de poder y compasión. Herodes se impresionó mucho al escuchar hablar de los actos de Jesús, y llegó a pensar que este Jesús era Juan Bautista revivido. Dentro del mundo religioso muchos adquieren una mala reputación, ya sea por su inmoralidad, avaricia, falta de escrúpulos, o por su hábil manejo de la mercadotecnia en beneficio personal. La comunidad debe estar consciente de la existencia de la iglesia, como una extensión de Cristo- por la autoridad divina de su enseñanza, y por sus actos de poder y compasión.
El Bautista tuvo su momento de fama debido a la autoridad y fidelidad de su mensaje. Un siervo fiel de Dios puede adquirir notoriedad, pero su misma efectividad en el servicio, le pondrá en la mira de enemigos poderosos. Algunos siervos distinguidos del Señor fueron preservados milagrosamente de ataques mortales, otros no. Juan perteneció al segundo grupo; Herodes lo mandó ejecutar, pues la predicación del Bautista irritó a su esposa. La recompensa del siervo fiel no son los aplausos obtenidos por la fama; el premio del siervo vendrá hacia el final de los tiempos. Mientras tanto, se alegra por el privilegio de servir a su Señor y Salvador.