Jesús sana a un sordomudo, Mr 7:31-37 

Mr 7:32 “Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima”.

Una vez que estuvo en la región, vinieron a él “Y le trajeron un sordo y tartamudo”. Aunque son coterráneos, estos habitantes de Decápolis no son como los gadarenos, quienes ante el poder sobrenatural prefirieron alejarse; al contrario, estos se acercan y lo hacen con un objetivo específico: desean la sanidad de uno de los suyos. Quizá habían oído la historia de la región de Gadara y supieron que ésta era quizá su única oportunidad para que este hombre tuviera un milagro en su vida.

“Y le rogaron que le pusiera la mano encima”, ahora ¿por qué querían que le pusiera la mano? Porque ya habían visto u oído cómo había sacado a un demonio del gadareno cuando nadie lo había logrado. Su ruego es una insistencia fervorosa por otro milagro, y aunque no sabían quién era en realidad, ahora estaban seguros que si Jesús “pusiera la mano encima”, habría una posibilidad de sanidad.

Nota doctrinal: La imposición de manos es importante para la sanidad del enfermo, pues es la fe obrando un milagro. El Espíritu Santo es el que provee los dones de sanidades y milagros (1 Co 12:9-10) para poder servir a los necesitados. También se imponen manos esperando que se transmita algún don, ya que éste los reparte el Espíritu como él quiere (1 Co 12: 7, 1Ti: 1:6)