Lo que contamina al hombre, Mr 7:1-23 

Mr 7:6-7 “Respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres”. 

Jesús llamó a sus antagonistas “Hipócritas” y recurrió al profeta Isaías para su argumento. Aquí ocurre el principio de doble referencia porque el 29:13, “Este pueblo de labios me honra, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres” se estaba cumpliendo en los tiempos del profeta Isaías, pero también se cumpliría en los tiempos del Mesías. un pueblo preocupado de lo externo, sin un sentimiento hacia Dios, sin ningún compromiso. Un pueblo que había abandonado a Dios y que su vida se había convertido en un sin sentido.

Su corazón no estaba alineado con lo que expresaban a Dios, solo trataban con la pureza exterior, sin darse cuenta que lo verdaderamente importante no era la apariencia, sino la realidad de la persona, su corazón. Jesús quería confrontarlos con una Escritura conocida por ellos para abrir sus ojos y que miraran lo verdaderamente importante pues estaban lejos de Dios y necesitaban ser restaurados.

Lo que hacían para agradar a Dios no era correcto, por lo tanto su “honra a Dios” era en vana, frívola; y no había manera de que a través de sus acciones pudieran ser tomados en cuenta como suponían, debido a que se afanaban y aferraban a una tradición impuesta por los hombres y no por Dios, pues estaban tan cegados siguiendo tradiciones que se olvidaron de la verdadera Ley divina. La profecía citada en estos versículos muestra una generación contaminada por las leyes ceremoniales, que había dejado de lado a Dios y esto la había llevado a una verdadera apostasía. Lo mismo exactamente estaba pasando en el tiempo de Jesús.