La discusión anterior con los escribas era por causa del muchacho endemoniado que es traído por su padre a los discípulos, al cual ellos no pudieron sanar. Los escribas hasta ese momento eran absolutamente hostiles. Ya habían acusado a Jesús de estar poseído, y así explicaban su capacidad para expulsar demonios (3:22); y ahora, están censurando a los discípulos por su incapacidad de expulsar al demonio del muchacho.
En este momento el Maestro reprende duramente a sus discípulos por la poca confianza en la enseñanza expuesta hasta ese momento. La rudeza de la exhortación es debida a que los discípulos deben ser el reflejo del maestro. Por lo tanto, estaba en tela de juicio ante la multitud, además del padre con su hijo endemoniado y los escribas críticos, el mensaje de salvación lleno de esperanza traído al mundo caído por Jesús.