Dos ciegos reciben la vista, Mt 20:29-34 (Mr 10.46-52; Lc 18.35-43)

Mateo 20:29-34 "29 Al salir ellos de Jericó, le seguía una gran multitud. 30 Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 31 Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! 32 Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 33 Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos. 34 Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron."

Nota Doctrinal: Una vez más salta a la vista una de las facetas importantes del ministerio de Jesús: la sanidad divina. Así mismo, la comprobación indubitable que su llamado y la manera de hacer la obra de Dios, provenía directamente del cielo: “Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros” Lc. 11:20).

En el antiguo testamento, Jehová había prescrito leyes sanitarias respecto a la salud de su pueblo, están descritas principalmente en el libro de Levítico. El cómo, el dónde y quienes estaban autorizados para supervisar las prescripciones dadas por Dios están bien delineadas en el citado libro.

Aun el mismo Señor Jesucristo fue respetuoso de tales leyes: “Entonces Jesús le dijo: Mira no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos” (Mt 8:4).

La sanidad por fe en la obra expiatoria de Jesucristo ha sido una práctica común en la cristiandad de todos los tiempos y cobró fuerza a partir del surgimiento del movimiento pentecostal. El inicio del siglo XX trajo consigo un mover del Espíritu Santo, traducido éste en la salvación de millones de personas y en el seguimiento de señales y prodigios ante la sanidad por fe de los enfermos. De este espectacular despertamiento espiritual, conocido en el medio pentecostal como avivamiento, surgieron las principales denominaciones pentecostales con sus énfasis particulares, pero con doctrinas básicas fundamentales que les unieron: Cristo salva, Cristo sana, Cristo bautiza y Cristo viene.

Para Meditar: Dios es universal pero también es particular, en medio de la vorágine de la multitud que le seguía, Jesús tuvo la capacidad y la sensibilidad social y espiritual para atender a estos dos ciegos. No obstante la oposición de las personas que les escuchaban, al reprenderles para que se callaran, Jesús se detiene y hace la pregunta que en varios pasajes está escrita: ¿Qué quieren que les haga? (ποίησω). Esta pregunta en el original griego es imperativa y la respuesta que es obvia, también lo es: “abre nuestros ojos” (Ἵνα ἀνοιγῶσιν) lo anterior es una clara enseñanza que el Señor Jesús trabaja de acuerdo con las peticiones expresas, puntuales y fundamentadas en la fe del demandante; el resultado de esta petición es la sanidad completa y el compromiso de estos ex ciegos para seguir a Jesucristo como sus discípulos.

Estos dos ciegos, al clamar a Jesús, no lo hicieron a la ventura, sino con el reconocimiento pleno de su divinidad, se dirigen reconociendo su superioridad, ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros! Da la idea de más, mayor, más grande, más voluminoso en un sentido comparativo.1

En este sentido, el título Hijo de David, es un título mesiánico, de reconocimiento pleno de su autoridad y deidad para ofrecer misericordia a todo aquel que la pida. Es también la declaración de la herencia y linaje directo de la casa de David, el cual implicaba la aceptación plena de que Jesús tenía toda la autoridad para representar por las dos líneas, paterna y materna al rey escogido, y que el famoso pacto davídico estaba cumpliéndose delante de sus ojos.

1Swanson, J. (1997). Diccionario de idiomas bı́blicos : Griego (Nuevo testamento) (Edición electrónica.) (GGK3505). Bellingham, WA: Logos Research Systems, Inc.