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Muerte de Lázaro Jn: 11:1-16  

Jn 11:16 "Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.”

El nombre Tomás en hebreo, y Dídimo del griego, tienen el mismo significado “mellizo”, en este sentido la Palabra no menciona quien era su hermano mellizo, sin embargo, hay especulaciones, y son solo eso, que era Mateo ya que en las listas de los apóstoles en los evangelios se encuentran juntos.

La mayoría de las personas al referirse a Tomás, normalmente viene a la mente un solo pensamiento: el que dudaba, ya que se le relaciona con el evento cuando externó su incredulidad sobre la resurrección de Jesús (Jn.20;25). En esta ocasión es el que levanta la voz aceptando cualquier consecuencia por seguir a su Señor; nótese que no fue Pedro, quien era el que normalmente levantaba la voz. Todos conocían el peligro que corrían sus vidas sin embargo, es el primero en expresar su decisión de acompañarle una vez que no pudieron hacer desistir a Jesús de ir a Judea.

Para meditar: Qué difícil es equilibrar las acciones de las personas en su vida, es decir, alguien puede hacer muchas cosas buenas, aceptables delante de Dios, sin embargo, cuando cometen algún pecado o externan algún comentario desafortunado eso es lo que prevalece: “Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré”. (Jn. 20:25), bien haríamos en quedarnos con lo mejor de las personas, en este caso Tomás reconoce a Jesús como su Señor y todo el significado que esto trae consigo.

Texto controversial: Los que creen en la doctrina del sueño del alma utilizan este versículo como sustento, los que creen esta doctrina dicen que no hay conciencia entre la muerte física y el momento de la resurrección, existe mucha evidencia bíblica para no creer dicha doctrina, el Señor ha dejado bien claro que hay conciencia después de la muerte tanto para el cristiano como para el incrédulo. ( Lc. 16:22-31; He. 9:27; 1 Jn. 5;11-13)