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Jesús, la resurrección y la vida, Jn 11: 17-27  

Jn 11:17-19 "Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios; y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano”

Jesús llega a la casa de luto a cuatro días de distancia de la muerte de su amigo, al no saberse con exactitud a donde se había ido el Maestro con sus discípulos no se puede estimar el tiempo de regreso, lo único que se sabe es que estaba en Perea provincia del río Jordán , se cree que Lázaro murió cuando llegaron las noticias de su enfermedad a Jesús y si Él demoró dos días más, el viaje de regreso de diez horas completa el cuarto día.

Betania estaba cerca de Jerusalén, los quince estadios equivalen a tres kilómetros, (2 millas) estaban relativamente cerca de modo que muchas personas habían venido a María y Marta para consolarlas contribuyendo esto a que hubiera una gran cantidad de testigos del milagro glorioso, pero a la vez esa proximidad era la que ponía en peligro la vida de Jesús.

Nota Histórica: Lo que continuaba después de un fallecimiento en la cultura judía era una serie de liturgias, en primer lugar los cuerpos no podían durar mucho por el clima que prevalece en Palestina de modo que los muertos tenían que ser sepultados lo antes posible (Hch 5:6,10). El rabino Gamaliel II dispuso que a él, solo lo envolvieran en un sudario de tela y se le sepultara, esto rompe con los dispendios que originaban los funerales, hasta hoy en los funerales se bebe una copa en honor del fallecido.

Es interesante mencionar que en el cortejo fúnebre, las mujeres debían ir llorando delante, como una especie de penitencia ya que por ellas había entrado el pecado y por éste la muerte.

En la casa de duelo mientras estaba el cadáver no se permitía comer carne o beber vino, ni dedicarse a ninguna clase de estudio, en esa casa no se preparaba comida, en cuanto se retiraba el cuerpo se ponían todos los muebles al revés. Al regresar de la sepultura se le daba la condolencia a los que estaban de duelo diciendo “ve en paz” y jamás se volvía a mencionar el nombre del difunto sin añadir “que en paz descanse” costumbre que prevalece hasta nuestros días.

Ya de regreso, se servía comida que familiares y amigos traían, comúnmente era pan, lentejas y huevos cocidos, simbolizando estos últimos que la vida rueda hacia la muerte, el duelo duraba siete días, durante los cuales no podía hacerse nada, ni aseo personal, ni estudiar o negociar, después de esto se culminaba con treinta días de luto.