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La oración intercesora, Jn 17:1-26.

Jn 17:1-8 “Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tu para contigo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese.

He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste ".

La hora ha llegado” se refiere a la hora de su muerte, que será pronto, seguida de la gloria (12:23; 13:1). Los tiempos están marcados en la voluntad soberana de Dios (Ap 9:15) y ha llegado el momento en que el Hijo sea crucificado. Jesús conoce perfectamente los tiempos y las sazones. Por eso regresó a Jerusalén, por eso no huye ante el peligro, por eso va al Huerto de Getsemaní, para enfrentar el momento más oscuro en su vida terrenal, que irónicamente traerá luz a todo el mundo.

La primera petición que hace Jesús es: “glorifica a tu Hijo”. ¿Qué significa su glorificación? El versículo 5 lo aclara: “con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”. Es su reintegración a la gloria eterna. Pide que sea reconocido como el Mesías prometido por el pueblo judío y como el Salvador universal por el mundo gentil. Que su Deidad sea aprobada para salvación de la humanidad.

La segunda petición es consecuencia de la anterior: “para que también tu Hijo te glorifique”. La exaltación del Hijo no puede ser entendida en independencia de la glorificación del Padre. Sin duda, Jesús había glorificado a Dios en toda su vida terrenal: “yo te he glorificado en la tierra” (Jn 9:3; 11:4; 12:28). Ahora pide que con su sacrificio pueda enaltecer la ley de Dios y hacerla honrar y respetar por los hombres; que se revele la rectitud de su justicia y la inmaculada pureza de su naturaleza.

La glorificación de Padre e Hijo es posible, pues Dios le ha dado a Cristo “potestad sobre toda carne”. Como Mesías, Jesús recibió del Padre dominio universal sobre toda la raza caída. Ésta le fue entregada para que, por su sacrificio, esa humanidad pueda reconciliarse con Dios.

Textos Controversiales: La expresión a todos los que le diste, es vista en algunos círculos teológicos como fundamento para la doctrina de la predestinación. Sin embargo, la posterior frase y a los que creerán por la palabra de ellos, ubica el pensamiento de Jesús en el derecho que ha dado al ser humano de decidir por sí mismo aceptar o rechazar la oferta de gracia divina; luego entonces, a todos los que le diste no es una declaración de predestinación ineludible, sino del corazón amoroso de un Padre que desea la salvación de toda la humanidad. El pentecostalismo se ha adherido a la doctrina del libre albedrío y la sostiene con firmeza pues su sustento bíblico tiene un peso superior a la predestinación.

La autoridad le es dada para que pueda librar al hombre del pecado y así otorgarle “vida eterna” (vida que va más allá de los límites del tiempo y que implica: la inmortalidad del alma, la resurrección del cuerpo, vida que nunca ha de terminar). Como toda la humanidad le fue entregada a Cristo, él derramó su sangre para redimirla (He 9:14; 1 Jn 1:7; Ap 1:5), pues el propósito de Dios es que todos tengan vida eterna.

La vida eterna solo se encuentra en Dios y en su Hijo Jesucristo. ¿Cuál es la vida eterna que ofrece Cristo? Jesús dice: “esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a Jesucristo a quien has enviado”. Conocer viene del griego: γινώσκωσιν= conocido, saber, llegar a conocer, reconocer, percibir. Es un conocimiento continuo y en aumento. No solo es conocimiento intelectual, sino una relación llena de confianza y de amor con el ser conocido, es una comunión del corazón con Él (Job 22:21; 1 Co 8:2,3; 13:12; 1 Jn 2:3, 4; 4:8).

Para Meditar: La vida eterna, tema de la mayoría de las religiones, de películas, de cientos de libros y de interminables discusiones filosóficas es resumida por Cristo en una sola expresión; que te conozcan a ti y a Jesucristo. La vida eterna no consiste en tiempos o lugares, sino en comunión permanente y conocimiento del Dios eterno, ahora.

Nota Doctrinal: El único Dios verdadero no puede ser conocido sino solamente por aquel que fue enviado de él: Jesucristo. Éste es el único pasaje donde el Señor se atribuye este nombre compuesto. Aquí se usan los términos en su significación: Jesús, porque Él salva al pueblo de sus pecados (Mt 1:21); y Cristo, como el Ungido con la plenitud inconmensurable del Espíritu Santo para el ejercicio de sus funciones salvadoras (Is 61:1,2).



Jesús precisa cuatro acciones que realizó:

1. “Te he glorificado” (17:4): Jesús fue obediente a su Padre en todo (Mt 4:1-11; Jn 4:34; Fil. 2: 8); y todo lo hizo para que el Padre fuera glorificado (Jn 13:31; 11:14). Esto es glorificar a Dios, más allá de las expresiones de júbilo y reconocimiento de quién es Dios, la obediencia de Cristo es el medio por el cual glorificó al Padre y sigue siendo el medio por el que sus discípulos lo siguen glorificando.

2. “He acabado la obra que me diste que hiciese” (17:4) El verbo griego que se traduce aquí (τελειώσας: perfecto, consumado, para poner fin a, para completar) significa conducir a su meta o realización. Jesús, considerándose como ya sacrificado, habla de haber completado la obra de la redención del hombre. No hay sombra de duda en Cristo, sabe el propósito de su venida al mundo y cumplirá totalmente la obra de salvación de la humanidad.

3. “He manifestado tu nombre” (17:6). Sin duda los discípulos de Jesús conocían a Dios puesto que eran israelitas piadosos; pero como en el estilo de la Escritura el nombre de Dios representa todo el conjunto de las perfecciones divinas (Mt 6:9), Jesús ahora les ha revelado la misericordia de Dios, su santidad y su amor de un modo mucho más amplio e íntimo.

4. “Les he dado tus palabras” (17:8). Aquí palabra no es Λόγος (logos) sino ῥήματα (palabras) que significa: lo relacionado a un asunto. Jesús les entregó a sus discípulos la doctrina de Dios, de modo que ellos han tenido una enseñanza pura, directamente del cielo. Ahora, ellos están plenamente convencidos que Jesús es el Mesías prometido y que su misión y doctrina son divinas (Mt 16.16).

Jesús está presentando los avances que hasta ahora se han logrado y el éxito asegurado por las acciones que en las próximas horas se estarán llevando a cabo. Estas acciones de Jesús resumidas en estas líneas dan razón a su siguiente declaración.