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Jesús se aparece a María Magdalena, Jn 20:11-18.

Jn 20:11-13 “Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto".

Pedro y Juan se fueron, uno quizá estupefacto y otro creyendo, aunque sin entender; pero María Magdalena no había entrado (seguramente fue tras ellos rumbo al sepulcro, pero no vio cuando se fueron, pues su actitud siguió siendo la misma que antes de anunciar a los discípulos su hallazgo), no había visto hacia dentro y seguía pensando que su Maestro estaba muerto y alguien había robado su cuerpo. Su tristeza era mayúscula.

Probablemente a la entrada del sepulcro, sentada, con el rostro sobre sus rodillas, llorando inconsolable, en un movimiento natural, levantó su rostro y se inclinó un poco más para ver hacia dentro. Juan no explica si María entendió quiénes eran los personajes con los que hablaba cuando por fin se atrevió a mirar dentro del sepulcro, por su respuesta tal vez lo entendió hasta después, pero en el momento sólo sentía pesar en su alma por los eventos recientes y por no poder dar la atención que ella deseaba al cuerpo de su Maestro.

Para Meditar: A veces pasa como a María Magdalena, es tanta la tristeza que, incluso, si un ángel baja y habla no es posible salir del encierro emocional. Al mirar hacia dentro pudo ver lo mismo que Juan y Pedro, uno creyó, el otro iba impactado y con la idea de la resurrección en mente, pero María Magdalena no pudo pensar nada de eso. Aun teniendo la Palabra y ministerios que pueden ayudar, mientras no se abran los ojos espirituales y se desarrolle la fe, la persona seguirá siendo prisionera del dolor.

La pregunta de los ángeles era un pequeño reproche a su falta de fe; pero la respuesta de Magdalena demuestra que ella seguía hundida en su dolor. No le importaba que fueran seres angelicales, que tuvieran ropas muy blancas o cómo habían entrado sin pasar frente a ella que tenía tiempo llorando en la entrada. Nada le importaba, solo su dolor; su pena le impedía razonar la situación.

Nota Histórica: El hecho de que los ángeles estuvieran uno a la cabecera y otro a los pies confirma que la sepultura de Jesús no fue de las comunes en Israel, ya que lo normal en tierras palestinas era que dentro del sepulcro se hicieran excavaciones en la piedra para meter varios cuerpos en la misma tumba. Si hubiera sido así la sepultura de Jesús, no podían estar un ángel a la cabecera y otro a los pies. Este tipo de sepulturas con una base donde colocar el cuerpo era propia de los ricos.