Aquí se encuentra la razón por la cual algunos perecerán. No por tener una naturaleza pecaminosa, pervertida y corrupta, lo cual es verdad; ni porque hayan vivido muchos años practicando el pecado, lo cual también es verdad; sino que rechazaron aceptar la salvación que Dios les mandó. Jesucristo, la fuente de la luz, quien vino al mundo y esparció sus benéficas influencias por doquiera. Pero la humanidad prefirió el pecado, a la santidad; el infierno, al cielo.