En su mayoría, la gente buscaba y seguía a Jesús por la forma en que hablaba y las señales poderosas que hacía; sin embargo, continuaban siguiéndolo “algunos … que no creen”. Juan expresa nuevamente el conocimiento perfecto que Cristo tenía sobre el corazón del hombre, mediante su omnisciencia, y añade que Jesús sabía “quién le había de entregar”. Al final de esta perícopa (v. 71) mencionó con claridad que Judas Iscariote sería el traidor. Por esta razón Jesús repite en el v. 65 las palabras que ya había dicho con anterioridad (v. 44). Ser cristiano es entregarse por completo al Señor y Salvador del alma, es apartarse para su servicio, es vivir una vida que busque agradar a Dios, y como a sus discípulos no les agradó mucho esto, simplemente optaron por volverse atrás, “y ya no andaban con él”.