Jesús acusa a fariseos y a intérpretes de la ley, 11:37-54  

Lc 11:45-48 “Respondiendo uno de los intérpretes de la ley, le dijo: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas a nosotros. Y él dijo: ¡Ay de vosotros también, intérpretes de la ley! porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis. ¡Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas a quienes mataron vuestros padres! De modo que sois testigos y consentidores de los hechos de vuestros padres; porque a la verdad ellos los mataron, y vosotros edificáis sus sepulcros”.

Jesús arremete ahora contra los abogados o intérpretes de la ley. No excluye a nadie. Quizá el abogado que había hecho el reclamo a Jesús ya se estaba arrepintiendo de abrir la boca. Este grupo de religiosos eran algo único. Querían verse tan santos que añadían y añadían interpretaciones a la Ley, hacían que el pueblo se sintiera intranquilo, por tantas y tantas tradiciones. Pero ellos que ordenaban estas legislaciones, ni las cumplían, puesto que ni con un dedo las tocaban. La sobrerregulación estaba en boga y lo que de Moisés se interpretaba fácilmente ahora era imposible de entender.

El quinto “ay” es dirigido a los abogados de la ley. Ahora debido a que ellos reedificaban los sepulcros de los profetas. El descaro de estos hombres era de tal grado que decían: “Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas.” (Mt 23:30). Expresiones que daban asco, puesto que al reedificar el sepulcro de los asesinados por sus padres eran partícipes, coautores del crimen. Sus padres mataron y ellos sepultan. La palabra “consentidores” que se traduce “se complacen con los que la practican…” Lucas sólo usa en esta ocasión, ningún otro evangelista la ocupa. Esta sentencia del Señor debió doler muchísimo a los reunidos allí.