Un buen ladrón usa el factor sorpresa para lograr sus fechorías. De no tener de su lado esta actitud sería apresado fácilmente en pleno acto del hurto. Los ladrones a veces robaban “minando” (haciendo un hoyo en la pared) las casas que muchas veces tenían paredes de adobe, se introducían y se llevaban los objetos de valor. Pero si alguien sabía del plan de los amigos de lo ajeno estaría listo con aliados y garrotes en mano para apalear a los intrusos. La comparación sirve para darnos a entender que la venida del Señor será un acto sorpresivo, sin mediar aviso previo, “como un ladrón” (2 P 3:10; 1 Ts 5:2; Ap 16:15), por ello se cuenta que el arrebatamiento es un acto inminente, sin aviso, pero sí prometido y seguro.