En esta parábola encontramos dos personas opuestas en la sociedad, un juez que representa el poder y la autoridad, que no teme a nadie y que toma decisiones y juicios que afectan a otros; y al lado contrario una viuda débil, indefensa que solicita justicia.
Juez: Era un tipo de gobernante en Israel que administraba la justicia y tenía autoridad para condenar y castigar al malvado, así como para liberar y reivindicar a una persona ofendida. Jetro aconsejó a Moisés, su yerno, que estableciese jueces que atendieran los problemas del pueblo (Nm 11:16,17).. Moisés mandó a los jueces a escuchar al pueblo y juzgar justamente, sin distinción de persona, ni temor a ninguno, porque el juicio es de Dios (Dt 1:16,17).
Sin embargo, aquí se describe a un juez muy diferente; con toda la autoridad, pero sin temor a Dios ni a nadie; que hacía lo que le placía, buscaba su beneficio y el de nadie más. No tenía respeto por el prójimo. Hacía todo lo contrario a lo ordenado por Moisés.
Viuda: sinónimo de mujer indefensa, desvalida, vulnerable. Dios da especial cuidado a las viudas y a los huérfanos (Ex 22:22; Dt 24:17-20; Sal 68:5; 146:9; Pr 15:25; Is 1:17; Jer 7:6; Zac 7:10; Mal 3:5) En el Antiguo y en el Nuevo Testamento, Dios exhorta a proteger a las viudas, porque él ha tenido siempre cuidado de los débiles, pobres y necesitados.
Lucas da prioridad en el evangelio a las mujeres y viudas (Lc 2:37; 4:26; 7:12; 18:1,3,5; 20:47; 21:1,2,3); resaltando en cada caso la ayuda que se le debe otorgar a la mujer desprotegida.
La cual venía a él. Se debe resaltar la insistencia y constancia con la que esta viuda acudía ante el juez, no hay datos exactos de la periodicidad con la que llegaba a solicitar clemencia, ni el tiempo que estuvo asistiendo ante el juez, sólo se menciona que venía ante él con la misma petición, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.
Para meditar: Esta frase indica la insistencia pidiendo lo que se necesita. De la misma forma el cristiano debe insistir en oración hasta recibir la respuesta a su súplica y venir ante el Padre celestial esperando que él incline su oído al clamor de los justos. El acusador o “adversario” del cristiano es Satanás, quien constantemente busca la forma de destruir a los hijos de Dios, motivo por el cual cada creyente puede y debe acudir, el tiempo que sea necesario, para pedir la ayuda divina.