Parábola de la viuda y el juez injusto, Lc 18:1-8

Lc 18:4-5“Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia”

Este hombre conociendo sus límites se dio cuenta de una gran verdad, no tenía temor a Dios, respeto a nadie, ni paciencia. La insistencia de esta mujer movió a misericordia a este hombre de duro corazón.

Sin embargo, del griego “ge”, una pequeña partícula cargada de esa fuerza que necesita el ser humano para cambiar de opinión; en este caso, un sentimiento de temor a perder la paciencia por la presencia de la viuda en su estrado y porque políticamente conocía que la comunidad protegía a las viudas, y si actuaba en contra de alguna de ellas se ganaría el desprecio del pueblo.

El Señor Jesús, al hacer la comparación entre estos dos personajes tan distintos, pero que son parte de la realidad social, nos muestra cómo un corazón duro puede ser movido a misericordia por la insistencia de una persona tal vez débil y desprotegida pero persistente.