Profecía de Zacarías, Lc 1:67-80  

Lc 1:67-75 “Y Zacarías su padre fue lleno del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y redimido a su pueblo, Y nos levantó un poderoso Salvador. En la casa de David su siervo, Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio; Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos aborrecieron; Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto; Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder. Que, librados de nuestros enemigos, Sin temor le serviríamos.  En santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días”. 

Esta es la tercera ocasión que, en el capítulo, Lucas menciona la frase “lleno del Espíritu Santo” (1:15, 41, 67). Zacarías volvió a hablar y lo primero que hizo fue alabar a Dios con un canto profético que por siglos se siguió cantando con el nombre de Benedictus: “Bendito el Señor”, según las primeras palabras en la versión latina. Habla en tiempo pasado, como si ya estuviera entre ellos el Salvador, aunque todavía no había nacido, pero es claro que el tiempo había llegado.

Bendito el Señor Dios una exclamación de júbilo que usaron: Noé (Gn 9:26), Melquisedec (Gn 14:20) David (1 R 1:48) en agradecimiento por su gracia y ayuda en todo momento y sobre todo la utilizaron para bendecir a otros.

Como buen sacerdote israelita Zacarías conocía las Escrituras y hay muchos cánticos en los salmos que hablan del poderoso, el santo que libra de los enemigos (Sal 18:2; 132:17), ahora él anuncia que había llegado el tiempo para cumplirse lo que se había hablado por los santos profetas (Is 11:1-9; Jer 23:5-6; Jer 33:15-26; Am 9:11), que finalizaba el tiempo de silencio de Dios para con su pueblo y que el pacto de Abraham era renovado (Gn 17:4-9; Sal 105:8-10; 106:45; 111:5; Ez 16:8). De ahora en adelante el mayor enemigo era vencido por el único y suficiente Salvador; Jesús el hijo del Dios Altísimo.