Presentación de Jesús en el templo, Lc 2:21-38 

Lc 2:36-38 “Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.” 

Otro personaje importante que intervino en este acto significativo fue una anciana profetisa: ”Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser…” una viuda de las que Pablo hubiera puesto en la lista, pues era de edad muy avanzada, pero además, cumplía una labor muy especial: proclamaba el mensaje de Dios, era profetisa. También esta mujer fue impelida por el Espíritu Santo para estar en esa cita divina. El hecho de que Lucas mencionara parte de su genealogía, tuvo la intención de marcar la importancia de su linaje.

Nota Litúrgica: Existe una práctica común que ha tomado un consenso en la iglesia evangélica y es precisamente la presentación de los infantes. En un acto especial los padres del niño o niña lo traen a la congregación y el ministro oficiante hace una oración donde lo encomienda al Creador para que sea Dios, el que guíe la vida futura del infante y sea guardado de toda acechanza del mal. También, junto a los testigos de este acto espiritual, se intercede por los padres del menor para que Dios les dé gracia y sabiduría, para ser ejemplo a su hijo y que con la ayuda de la palabra de Dios sepan cómo administrar su hogar..

Nota doctrinal: La razón de esta práctica tiene que ver con la convicción teológica y doctrinal de que no existe evidencia bíblica para bautizar infantes, pues este sacramento se concede cuando una persona adulta se arrepiente de sus pecados y solicita voluntariamente ser bautizado en agua por inmersión tal y como fue la práctica de Juan el Bautista y de Jesús mismo: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén (Mt 28:18-20). El otro texto explícito es el de Marcos 16:15-16: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.  El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”.