El hombre de la mano seca, Lc 6:6-11 (Mt 12:9-14; Mr 3:1-6)  

Lc 6:12-16 “En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. 13 Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles: 14 a Simón, a quien también llamó Pedro, a Andrés su hermano, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolomé, 15 Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Simón llamado Zelote, 16 Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que llegó a ser el traidor." 

Para meditar: La nota que pone Lucas “En aquellos días…” pone de relieve la historicidad que puso en su documento este evangelista. Pero la acotación más importante fue el hecho de la decisión de Jesús de pasar toda la noche orando delante del Padre. Nadie sabía lo que se avecinaba y las repercusiones que esto tendría para los discípulos y el evangelismo mundial.

Cuando Jesús decidió orar toda la noche está sentando el precedente de usar el único canal de comunicación de la tierra con el cielo antes de tomar una decisión importante. Si él siendo el Hijo de Dios, pasó toda la noche en oración cuando iba a tomar una decisión tan importante, cuánto más los creyentes debemos hacerlo.

En todo el antiguo testamento se puede ver cómo fue la elección soberana del trino Dios para seleccionar a sus líderes; desde Abram, Moisés, Josué, los levitas, los jueces y aun algunos de los reyes. Fue la voluntad soberana la que caracterizó la elección de cada uno de estos grandes líderes del antiguo testamento. En este sentido, es probable que el estilo de democracia introducida en la iglesia en la famosa elección de los primeros siete diáconos en Hechos 6, no haya dado hoy los resultados de eficiencia y efectividad que se espera en los líderes contemporáneos. .

Para meditar: “… llamó a sus discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles:” con estas sencillas palabras se hace la transición no solo en la caracterización de un puesto, sino en la función de un ministerio el cual daría a lo que después se conoció como iglesia, un nuevo rostro y una nueva dinámica de ejercer el ministerio a través de un llamado personal y de la consecuente comprobación de ese llamado.

Al llegar a este punto, se puede recordar la pregunta que se han hecho teólogos y estudiosos del Nuevo Testamento: ¿qué vio Jesucristo en estos hombres, que seleccionó de una multitud de discípulos para convertirlos en sus Apóstoles? Y, ¿por qué no los llamó Profetas lo cual sería la simetría con sus pares del Antiguo Testamento? ¿Qué vislumbró Jesucristo en estos doce discípulos?, lo mismo que ve en todas las personas que él llama: un corazón dispuesto para servir, a pesar de todas las imperfecciones que el individuo llamado pueda tener.

El nuevo trabajo de los Apóstoles sería el de plantar los cimientos de la iglesia apoyados en los diversos dones concedidos por el Espíritu Santo, el cual además de ser su consolador, también sería su principal maestro que los guiaría a toda verdad y toda justicia. Los apóstoles fueron llamados directamente por Jesucristo, enviándolos a un mundo hostil en todos los sentidos y que se constituyeron en la primera generación de impacto en esta nueva era de trato de Dios con la raza humana, la nota de Hechos 17:6 da cuenta de ello: “…Estos que trastornan el mundo entero también han venido acá;”.