El hombre de la mano seca, Lc 6:6-11 (Mt 12:9-14; Mr 3:1-6)  

Lc 6:6-11 “Aconteció también en otro día de reposo, que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha. 7 Y le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle. 8 Mas él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pie. 9 Entonces Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla? 10 Y mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restaurada. 11 Y ellos se llenaron de furor, y hablaban entre sí qué podrían hacer contra Jesús." 

Se podría pensar que Jesús hacía a propósito sus acciones para molestar a sus oponentes. En realidad, el Señor Jesucristo intervenía para suplir las necesidades que se iban presentando en su cotidianidad, no importando quién estuviera presente, ni el lugar o el día en que esto ocurriera.

Las intenciones perversas de los fariseos tenían que ver por supuesto con hacer una recopilación de hechos para presentarlos a la jerarquía religiosa y acusarle con pruebas fehacientes, aunque a la postre su muerte fue validada por testigos falsos, lo cual la ley que estos grupos invocaban con tanta insistencia, los acusaba con más contundencia, como lo narra el libro de Deuteronomio capítulo 19:15-21: Y los jueces inquirirán bien; y si aquel testigo resultare falso, y hubiere acusado falsamente a su hermano, entonces haréis a él como pensó hacer a su hermano; y quitarás el mal de en medio de ti…” si comparamos la narrativa de Mateo 26:59-64 se puede notar que los sacerdotes buscaban precisamente lo contrario a lo escrito por la ley de Moisés: “Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte,…”. Como lo comentara Pablo años más tarde en Hechos 23:3-b: “… ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley me mandas golpear? ¡Cuánta enseñanza para los líderes eclesiásticos del día de hoy!

La confrontación verbal siempre estuvo presente en los discursos de Jesús: “Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla?”. En este pasaje no se percibe ningún ambiente propicio para hacer un milagro, no hubo un tiempo de alabanza y de adoración, tampoco la exposición de un pasaje de la biblia, no, lo que sí hubo fue un interrogatorio retórico, porque Jesús no esperó ninguna respuesta, al contrario, ejecutó el milagro en medio de todos los asistentes.

Este hombre con la mano derecha seca, quizá la que ocupaba más para su trabajo y su sustento, parado frente a Jesús, el dador de la vida y expectante de lo que estaba a punto de suceder, recibe el poder sanador en su mano seca y sin vida, porque Dios “… llama las cosas que no son, como si fuesen”.

Nota sociológica: El concepto de estado benefactor tiene que ver con la provisión que está obligado a dar a sus ciudadanos en las áreas básicas de la supervivencia humana como son: la provisión de igualdad a cada ciudadano proveyéndoles alimento, trabajo, vivienda y los servicios de sanidad.

En los tiempos del ministerio de Jesús en la tierra, se asume que no existía tal estado benefactor, pero sí una sociedad de autoconsumo y patriarcal donde en el caso judío, y a pesar de estar dominados por una potencia extranjera como los fueron los romanos, en su religión y práctica monoteísta, la población enferma dependía de las ley mosaica en lo que se refería a la detección de enfermedades –caso la lepra, por ejemplo-. De ahí el éxito de Jesús en el área de sanidad divina, su novedoso ministerio fue totalmente efectivo. No obstante, la recomendación de Jesús fue en Lucas 5:14: “… le mandó que no lo dijese a nadie; sino ve, le dijo, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación, según mandó Moisés, para testimonio a ellos.