Por sus frutos los conoceréis, Lc 6:43-45 (Mt 7:15-20)  

Lc 6:43-45 “No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. 44 Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. 45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca." 

Para meditar: Una vez más el Señor Jesucristo usa una metáfora para ilustrar una enseñanza a sus seguidores. En este caso, Jesús escoge el árbol como comparación para mostrar qué se espera de un buen árbol y de un mal árbol, este símil Jesús lo traslada a las personas. Al llegar a este punto, conviene recordar que en los tiempos actuales se rechaza la idea reduccionista de ver la vida con valores binarios o con dos elementos únicamente, la idea posmodernista es estar abierto a un sinnúmero de interpretaciones de la vida considerando que hay diferentes maneras de acceder a los estilos de vida.

Por el contrario, Jesús siempre fue radical en sus posturas y enseñanzas, ¿se trata solo de blanco o negro? Bueno, se puede aceptar que en otras esferas de la vida humana las personas pueden escoger entre muchas opciones, no así en lo que se refiere a los temas que tienen que ver con la salvación de las almas y su destino eterno.

“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno…”, esta es la aplicación final de Jesús sobre la analogía del árbol malo y del buen árbol, así como de los espinos y de las zarzas. Es innegable el resultado natural del fruto de un árbol, así como lo es también el de una persona que no es honesta con Dios y consigo misma. ¿Cómo se conoce a una persona? Por su manera de hablar y de conducirse, Proverbios 23:7 recuerda: “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él. Come y bebe, te dirá; Mas su corazón no está contigo”. La vida misma, las intenciones y las motivaciones de cada ser humano se revelan a través de su manera de hablar. En palabras de Cristo: “… porque de la abundancia del corazón habla la boca.