Para meditar: Simón no había siquiera tocado al Señor, seguía encasillado en sus tradiciones, pero esta mujer sí mostraba un cambio. Hoy podemos entender que, quien salió ganando fue la mujer, y no Simón quien recibió a Jesús en su casa pero no en su corazón; en cambio la pecadora, antes de entrar a la casa ya tenía a Jesús dentro de sí.
De nuevo, el Maestro empieza a enseñar con preguntas. La cuestión ahora es simple, tan sencilla que un niño tendría la respuesta, y en un movimiento digno de la más simple sabiduría, Jesús le tiende a Simón un argumento que lo terminaría por atrapar. Un hombre debía lo que equivalía a quinientos días de trabajo, y otro estaba endeudado con cincuenta. Nadie tenía para pagar, ni el que debía mucho ni el que debía poco, así que el acreedor perdonó a los dos; ¿quién de los dos tendría mayor gratitud?, ¿quién le amaría más? La palabra “ágape” se menciona aquí para describir el sentimiento que embarga al que más “ama”.